Aunque nosotros seríamos el número 301. A pesar que es una película que podría llevar al facismo a su máxima expresión, debo confesar que es un verdadero espectáculo visual; lleno de efectos extraordinarios. Analizando la película pude concretar que como 300 Espartanos deciden morir por un ideal y la nueva era que nace, sin embargo esa muerte a la que se entregan, el sacrificio que hacen, no garantiza para nada que la nueva era que tratan de proteger progrese... Ninguna garantía más que la voluntad de aquellos quienes realmente la desean.
Historias y actitudes como éstas pueden ser a diario puestas en práctica en la vida real, donde muchas veces somos víctimas - obvio que no somos víctimas, pero no se le puede echar tanto cemento al ego - de lo que pensamos y queremos, y de como en muchas ocasiones, - por no decir siempre - podemos incluso hasta sacrificar cosas importantes para nosotros como nuestros trabajos, estudios, estilo de vida e incluso amistades.
El mensaje - para mí - fue más que claro... No podemos luchar contra lo invenitable, no podemos resistirnos al cambio, no podemos tener todo lo que deseamos y lo peor de todo que si aún sabiendo ésto decidimos luchar, no podemos permitirnos pensar - ni siquiera imaginar - tener el éxito de nuestras acciones. Si, ya sé que "el que quiere puede" ó "en la mente está la fuerza, y en el corazón la disposición", pero me parece una completa estupidez tratar ganar un batalla perdida.
El hecho que desgastemos todas nuestras energías, disposiciones, palabrería, sentimientos, tiempo y aún no estando conforme sacrifiquemos salud, trabajo, dinero y amistades; NO - y con ésto soy muy claro, NO - nos garantizan el éxito de lo que anhelamos. Entonces es cuando me pregunto: ¿Sacrificar tanto para qué... Para luego igual no sólo perder la batalla, sino también lo que se desgastó y sacrificó?.
¿Dónde queda la famosa frase "Por lo menos lo intenté"? He aqui la respuesta: Quedó en el bolsillo vacío, en un cuerpo cansado de luchar, en el tiempo y dinero perdido, en los sentimientos destrozados, en el recuerdo olvidado, en la decepción amarga, en la lágrima brotada, en el futuro incierto, en el corazón aplastado y sobre todo en las heridas producidas a aquellos seres - que por alguna razón inexplicablemente divina tanto nos quieren y tratan en vano de cuidarnos - mientras los apilonabamos uno tras otro para con ello escalar hacia ese efímero éxito que sólo lo llega a ver nuesto ego. Ahí es donde queda el "por lo menos lo intenté".
Asi que, cuando tratemos de alcanzar ese "algo", tengamos siempre en cuenta que "Es más sensato y prudente navegar en un mar embravecido, que en la mente de un amigo herido"
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